lunes, 19 de mayo de 2008

Hora de Juego (Apunte de Tutoría)

Propuestas para la Revisión de Aspectos Teóricos, Técnicos e Interpretativos de la Entrevista de Juego Diagnóstico.



Lic. Graciela Resnicoff.



La inclusión de la entrevista de juego como elemento auxiliar en el psicodiagnóstico fue propuesta en nuestro medio por la Profesora Arminda Aberastury, quien se basó para su desarrollo en la técnica de psicoanálisis de niños utilizada por Melani Klein.

La hora de juego tuvo rápida difusión, llegando a ocupar un lugar preferencial en todo el psicodiagnóstico infantil.

El paso de los años, lejos de agotar su caudal de posibilidades enriqueció sus aportes a la luz de los nuevos desarrollos teóricos de los fundamentos psicoanalíticos.

La necesidad de una mayor precisión, acorde al nivel científico actual nos mueve a formular algunas consideraciones para su estudio. Con referencia a aspectos técnicos proponemos la ubicación del rol del examinador y del uso de los juguetes (¿símbolos o significantes?). En lo que hace a los aspectos teóricos pretendemos discriminar la hora de juego de las sesiones de terapias infantiles, ofreciendo un modelo de análisis específico para la entrevista diagnóstica.

Estos planteos son el resultado de inquietudes surgidas en la experiencia clínica personal y de la sedimentación del diálogo con los colegas que venían trabajando en la misma línea durante los últimos años.

Algunos Aspectos Técnicos

La hora de juego es par el niño una experiencia inédita. Lo recibe el psicólogo, adulto desconocido, quien le ofrece diferentes objetos lúdicos y plásticos. Esto constituye una novedad, ya que no es habitual para el pequeño ir a visitar a un señor o señora que le plantee juegos. El jugar en estas condiciones aparece vinculado al conflicto que motivó a la consulta, el psicólogo observa para comprender ¿que sucede? su conducta es neutra tratando de no introducir elementos que perturben el libre despliegue de la fantasía del niño. No obstante importa recalcar que esta neutralidad es relativa.

Tradicionalmente se dedicó mucho esfuerzo a la tarea de convertir al psicólogo en un observador no participante, como si esta categoría fuera posible. No se reparó en que su misma presencia lo convertía de hecho en participante de una situación que compartía de igual a igual con el examinado.

Si bien es preferible que se mantenga en su actuar subordinado a la propuestas del niño. Necesita una inserción más confortable, ágil y coloquial en la dinámica de la entrevista de la que fuera tradicionalmente asignada.

Pensamos que un concienzudo análisis de las transferencias recíprocas es una respuesta eficaz frente al "peligro" de la contaminación del campo, permitiendo discriminar la figura del niño. Suponemos que esta tendencia a "congelar" al examinador proviene de la confusión de pensar la hora de juego como una situación de test, en vez de comprenderla como entrevista clínica.

En cuanto al material (pequeños juguetes, lápices, papeles, etc.) es elegido pensando que ofrezca la mayor posibilidad de expresión, como un mediatizador en la comunicación entre niño y psicólogo. En si mismos pueden ser cualesquiera y de hecho en diferentes circunstancias aparecerán como más convenientes unos por sobre otros.

Nuevamente repetimos que no pensamos la hora de juego en términos de test estandarizado y preferimos la plasticidad también en la elección del material, plasticidad que tenderá en todos los casos a favorecer el vínculo. Esta aleatoriedad del material se basa en el hecho de que los juguetes no aparecen en la comunicación con el carácter de símbolos sino de significantes y será el uso que se haga de ellos el que aclarará su significado y no a la inversa. Manejada así, la técnica de entrevista de juego es coherente con la teoría psicoanalítica que le sirve de sustento y equivale a la entrevista libre del diagnóstico de adultos. La asociación libre verbal se corresponde con la asociación lúdica y el niño pondrá de manifiesto que le sucede a partir de su conducta.

Elementos Objetivables como Datos significativos para el Análisis

Pasaremos ahora a enumerar algunos de los momentos relevantes de la entrevista diagnóstica destacando aquellos que tomamos como indicadores para su análisis.



1.
Entrada: el niño se encuentra en la sala de espera junto a la persona que lo acompaña (generalmente el padre o la madre). Observamos, en este momento inicial, su actitud con respecto al acompañante, si puede o no separarse de él. Una vez en el consultorio el psicólogo explicita la consigna y observa la reacción del niño con él (persona desconocida), con el material y con la tarea; valora también la respuesta afectiva que el niño le despierta (aspectos de transferencia recíproca). Puede ocurrir que el niño comience inmediatamente a trabajar con el material ofrecido, puede suceder que no juegue pero hable y otra alternativa posible es que el pequeño, inmóvil y mudo (durante un tiempo) se limite a observar. Todo esto va generando en clima especial que tiñe los primeros minutos de la entrevista.


2.
Elección del material en cada una de las configuraciones lúdicas: el psicólogo consigna el diferente orden en que cada niño utiliza el material (por ejemplo: primero un lápiz y papel para dibujar, luego bloques para construir y finalmente plastilina para modelar). Verifica el tiempo en que el pequeño permanece abocado a cada actividad. Valoriza la utilización (adecuada o no) del material a los fines explicitados en el juego (por ejemplo autos para rodar y muñeca para ser acunada y no a la inversa). Señala toda posible configuración bizarra.


3.
Verbalizaciones con que el niño acompaña el juego: estas verbalizaciones pueden estar dirigidas al observador, ser soliloquios, limitarse a sonidos onomatopéyicos, predominar las expresiones gestuales sobre la verbalización. Además de estas consideraciones el examinador consigna el nivel de la verbalización: pronunciación correcta, aniñada o defectuosa, frases bien armadas, complejas o pobres, verbalizaciones bizarras.


4.
Nivel del juego: se observa su complejidad o pobreza, creatividad o inhibición, orden o desorden.


5.
Ritmo: el entrevistador valora cual fue el ritmo del niño en cada una de las configuraciones lúdicas (juega rápida o lentamente) y en la sucesión de las mismas a lo largo de todo el transcurso de la hora (cambia constantemente de un juego a otro, se demora en determinados juegos).


6.
Afectos expresados durante la hora de juego: se busca comprender si las manifestación de los afectos fue adecuada, exagerada o si hubo inhibición de los mismos.


7.
Utilización del espacio: interesa consignar si el niño se pudo desplazar por el consultorio, como lo hizo (con plasticidad o rigidez), si permaneció arrinconado en un sitio, si dispuso con comodidad su mesa de trabajo.


8.
Utilización del tiempo: se trata de observar el manejo que el niño pudo hacer del tiempo disponible; trabajó de una manera ansiosa, atropellada, tranquilamente, hacía preguntas o referencias a cuanto más podía quedarse, manifestó impaciencia e irse.


9.
Elementos bizarros: (si los hubiese) el psicólogo esta atento a la aparición de manifestaciones bizarras a lo largo de la entrevista que pueden darse a nivel de la relación, en el plano de la motricidad, en las verbalizaciones, en la fantasía expresada en el juego, en la utilización atípica del material, etc.


10.
Aparición de pedidos especiales: tales como ir al baño, llamar a la mamá, interrupción de la entrevista, insistencia en preguntas, (si el entrevistador vive en el consultorio o no, si es casado y tiene hijos, si al consultorio vienen otros niños, etc.)


11.
Estimulación global: es particularmente importante consignar si el niño fue mejorando su producción durante el transcurso de la entrevista, si el nivel se mantuvo parejo o si por el contrario se fue desorganizando. Progresivamente.


12.
Despedida: en el momento de cierre de la hora de juego se toma en cuenta la aceptación o resistencia frente al pedido de finalización. También es de interés observar la modalidad personal de cada niño frente a la despedida y el re-contacto con su acompañante (si este permaneció en la sala de espera). Como posibilidad frecuente se encuentra la insistencia den llevarse a la casa algunos de los objetos utilizados.



Propuestas para la Comprensión de los Indicadores Señalados

Por haber sido plasmada a partir de una técnica psicoterapéutica, se llego a extralimitar las posibilidades de análisis de la hora de juego, trabajando los protocolos como si se tratara de material de sesión. En la práctica la única deferencia entre ambas consistía en el hecho de verbalizar o no la interpretación.

Nuestra propuesta mantiene fundamentalmente una orientación psicoanalítica pero entendemos que no es lícito comprender de la misma manera una sesión de análisis que una hora de diagnóstico. Intentaremos fundamentar por qué, proponiendo otras líneas de trabajo.

Al interpretar la fantasía del niño, a partir de su juego durante una sesión de análisis, el terapeuta se encuentra respaldado por la inclusión de esa sesión en un proceso; el devenir del tratamiento psicoanalítico. Está haciendo un trabajo de desciframiento similar al que Champillion hiciera al revelar el sentido oculto en los jeroglíficos de la Piedra de Roseta. Esta interpretación de la fantasía, lícita en una sesión psicoanalítica, no es posible en una entrevista diagnóstica.

Al no poder articular la hora diagnóstica en una estructura (proceso terapéutico) se corre el grave riesgo de confundir las fantasías del examinado con las del examinador (interpretación delirante) ya que la tarea aparece como un intento de traducción (y no desciframiento). En este caso el psicólogo aparece como dueño de un diccionario imaginario lo que nos lleva a consideraciones relativas a una ideología de poder.

Desecha esta interpretación de la fantasía subyacente en el juego del niño, que aparece regida con la seriedad de una investigación científica proponemos la lectura de la entrevista diagnóstica siguiendo una doble vertiente.

1.
Evaluación Evolutiva

Para el terapeuta de niños ninguna conducta puede comprenderse sin el respaldo de la referencia al estadío evolutivo que está atravesando, referencia que tendrá valor determinante en la presunción diagnóstica.

La teoría psicoanalítica cuenta con una psicología evolutiva subyacente (estudio del desarrollo psicosexual del niño), mediante la cual desde una evaluación descriptiva se llega a comprender en el plano estructural el grado de estructuración yoica y la consolidación superyoica, en comparación con el nivel de desarrollo de los impulsos. Remitimos al lector a los trabajos de Anna Freud quien en sus consideraciones diagnósticas tiene detalladamente estudiado el tema.

Tomando como marco referencial la psicología evolutiva psicoanalítica, procedemos a analizar uno por uno los indicadores enumerados en el apartado de Elementos Objetivables como Datos significativos para el Análisis comparando el nivel alcanzado por el niño en cada una de sus producciones con su edad cronológica, por ejemplo en la entrada valoramos el vínculo establecido con su acompañante y con el entrevistador y consignamos en que estadío de la relación de objeto se encuentra. Puede encontrarse en una fase simbiótica, de satisfacción de la necesidad, de constancia objetal; entrar en una relación ambivalente propia de la fase pre-edípica, manifestar una actitud posesiva teñida de celos y rivalidad con actitudes exhibicionistas tendientes a resultar admirado, típicas de la fase fálico-edípica, demostrar una disminución de la urgencia de los impulsos e intereses de objetos sublimados esperables en la latencia, resurgimiento del fragor impulsivo de la pre-pubertad o rasgos rebeldes del adolescente.

Una vez ubicada esta primer conducta pasamos a compararla con su edad cronológica. No es esperable que una niñita de 3 años de edad pase de inmediato y sola al consultorio, sin manifestar mayormente ansiedad. Si esto ocurre nos está mostrando una sobre-exigencia y una sobre-adaptación fomentadas desde el núcleo familiar. Por el contrario, si un niño de 8 años no puede separarse de su madre e insiste en entrar con ella, consignamos su actitud como sumamente regresiva.

De esta manera continuamos trabajando todas las configuraciones lúdicas que se fueron dando a lo largo de la hora de juego. Tomamos en cuenta que las conductas regresivas al comienzo de la entrevista pueden ser explicadas por el incremento de ansiedad que implica enfrentar cualquier situación nueva. Esperamos (y entendemos esto como índice de buen pronóstico) que la producción del niño vaya mejorando con el transcurso de la hora. Puede suceder, por el contrario que el pequeño haga uso de todas las defensas que dispone al comienzo, pero se vaya desorganizando progresivamente. Esto nos habla de un YO lábil y defensas poco adaptativas.

Teniendo analizado de esta manera todo el protocolo de la entrevista verificamos cuantos aspectos del YO han alcanzado la edad cronológica del niño, cuantos están en edades inferiores y cuantos superan su edad cronológica. Cuantas más conductas correspondan a una edad por debajo de la cronológica comprendemos la patología como más severa.

Hablamos de regresión en el desarrollo cuando algunas conductas del niño no han alcanzado su edad cronológica pero otras conductas se ubican en la edad cronológica con comodidad. Las regresiones se corresponden con un nivel neurótico de estructuración de la personalidad. Si, en cambio en ningún momento de la entrevista ha alcanzado una producción armónica con su edad cronológica consideramos que el YO no ha podido desarrollarse, está detenido en otro nivel evolutivo. La detención del desarrollo nos habla de una patología como la debilidad mental o una estructuración psicótica de la personalidad.
2.
Evaluación Dinámica

Nuestra propuesta al hacer la evaluación dinámica de la entrevista de juego se refiere a no incursionar en el análisis de la fantasía del niño como si se tratara de una sesión psicoanalítica. Complementamos la evaluación evolutiva con la dinámica volviendo a analizar los indicadores mencionados para discriminar la ansiedad y las defensas predominantes. De esta manera podemos ubicar la conducta del niño con referencia a los grandes cuadros psicopatológicos.

Si por ejemplo advertimos la presencia de ansiedad paranoide, manejada con técnicas evitativas estamos claramente a un cuadro fóbico. No obstante rara vez encontramos una definición tan marcada que nos permita esta rapidísima ubicación. Por lo general nos enfrentamos con una combinación de ansiedades y defensas.

Para comprender estas configuraciones sin caer en descripciones que se asemejen a un tratado completo de psicopatología buscamos las predominancias. Podemos encontrar un niño que esta ansiedad paranoide la maneja en parte con defensas evitativas pero también intentando seducir al entrevistador mostrándole que bonitos son sus dibujos, vestidos, etc. ; hablaremos aquí de la personalidad fóbica que utiliza defensas histéricas (otra alternativa de la personalidad fóbica es manejarse con técnicas obsesivas). La posibilidad combinatoria es variada, intentando elaborar nuestra comprensión en términos de ansiedad (paranoide-depresiva-confusional) y defensas predominantes.

Tomamos también en cuenta, en esta apreciación dinámica, la intensidad de la ansiedad, si ésta desborda o puede ser controlada por el YO, si las defensas resultan adaptativas o no alcanzan para ayudar a organizarlo, la plasticidad o estereotipia en el síntoma defensivo.

Articulando la evaluación evolutiva con la dinámica estamos en condiciones de formular un diagnóstico presuntivo que nos ayude a elegir la estrategia terapéutica más conveniente. La modalidad de trabajo aquí descripta no tiene la intención de ser sino una vuelta más en la espiral del conocimiento. Agradeceremos los aportes que nos han permitido llegar a estas formulaciones y deseamos tener la posibilidad de continuar la tarea.

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